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Fat can be fit


Hace poco, decubrí unas fotos de yoga en Instagram, de una tal Jessamyn Stanley. Y me encantaron.

Me gustaron muchos esas fotos de una mujer impresionantemente grande, redonda, con un control formidable de su cuerpo. Con una práctica de yoga que sin duda ha supuesto muchísimo esfuerzo, muchas ganas, mucha dedicación.

Sobre todo, me gustan esas fotos porque rompen con la idea de que para practicar yoga se necesita una forma física envidiable, unas cualidades atléticas y elásticas que para la mayoría parecen casi extraterrestres.

Al final, viendo estas fotos, resulta que no. Que esta mujer, como tantas otras, puede practicar yoga a pesar de no entrar en ese molde tan estrechito al que se nos destina. Y que, además, lo puede hacer muy, muy bien.

Me saco el sombrero ante tanto tesón, ante tanta perseverancia y tanta energía. Porque se requiere mucha valentía para dedicarse a algo en cuerpo y alma.

Para ella, su cuerpo fue un campo de batalla hasta que conoció el yoga. Odiaba su barriga, sus piernas, sus brazos. Ahora ya no lucha contra eso. Se acepta así, tal como es. Como ella misma dice “El yoga no trata sólo sobre el cuerpo físico. Trata de tu cuerpo emocional, espiritual: todos estos elementos tienen que trabajar al mismo tiempo”.

Y ahora lo ha conseguido. Un cuerpo sano, una mente equilibrada, una conciencia tranquila.

Espero que pueda ser una modelo para muchas otras mujeres. Una modelo de las de verdad.

¡Enhorabuena, Stanley!


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